SARAMAGO
Mayo, 2009. De Costa Teguise a Playa Blanca, al pasar a la altura de Tías, recordé que el periódico del día destacaba la estancia de Vargas Llosa en casa de Saramago. No parecía el lugar ideal para unas vacaciones: desértico, duro, polvoriento, que invitaba al recogimiento y a la introspección. La mayoría no elegiríamos ese destino, que sin embargo me pareció el más idóneo para unos personajes como el escribidor y su anfitrión.
Muy distintos y distantes en muchos aspectos, pero también parecidos y cercanos en otros: libres, arriesgados, siempre curiosos y nunca indiferentes. Reaccionan del mismo modo ante el folio en blanco: lo llenan de frases, ideas, sentimientos…que una vez impresos, nos ofrecen visiones del mundo, que no hubiéramos descubierto sin su ayuda.
Ambos tuvieron comienzos difíciles y los dos escalaron las más altas cimas de prestigio y reconocimiento. Coleccionaron infinidad de premios, que culminaron con la concesión del Nobel.