Mar Cueto Aller


A la memoria de mi hermano Francisco
Quien me enseñó por primera vez
los poemas de Antonio Machado

Si calaba el sol
risas, aguadillas, chapuzones.
Tostados cuerpos.
Remolinos profundos y calmados,
corrientes ralas y veloces.
Juegos sobre la pinchante hierba.
Manzanas olorosas,
Chispeante sabor.

Tiempo nubloso.
Desafíos trucheros.
Cangrejos exquisitos.
Escondite entre ruinas.
Exuberante vegetación.
Arándanos, miruéndanos, melados nisos.

Días de orbayo.
Aventureras lecturas.
Verbenas luminosas.
Ritmos apretados.
Pandillera nocturna caminata.
Cartas y cromos.
Carambolas de billar.
Despedidas alegres.
Regresos de la gran ciudad.

Francisco quiso ser río
en La Chalana, en El Soto,
El Trabanco y El Rabión.
Se fundió con sus aguas
para limpiar su alma
y desde ellas renacer.

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