MATILDE RAMIREZ ARANDA

Carmen Martín Gaite. (8/12/1925 – 22/07/2000)



"Nunca habría existido invención literaria alguna si los hombres, saciados totalmente en su sed de comunicación, no hubieran llegado a conocer, con la soledad, el acuciante deseo de romperla” ( Carmen Martín Gaite)

Tuve que indagar sobre el personaje para llegar a la persona, e indagar sobre la persona para llegar a la escritora. Y después de leer sobre su vida y obra y recordar que muchos años atrás había leído algo de ella (Nubosidad Variable), quedé atónita admirando cuánto sabia ella de mí y yo de ella, sin saberlo.


Cuántas veces he desnudado mi alma ante una hoja en blanco descomponiendo los rastros de mi esencia en una escrupulosa y metódica autopsia que pudiera explicarme mi propia realidad, con la honestidad que da el saber que jamás nadie leería mis más íntimos sentimientos, limpia y armónicamente dispuestos sobre la hoja.


Cuántas veces me ha quitado el aire esa invisible faja de ballenas que constituye una sociedad patriarcal bien educada, una impronta infantil digerida poco a poco con las meriendas de pan con chocolate. Y sólo la fresca brisa de una hoja en blanco ante mí ha conseguido llenar mis pulmones.

Cuántas veces al amparo del anonimato ponemos nuestros sentimientos en boca de nuestros personajes sabiendo que nuestros lectores pueden intuir, pero nunca sabrán, qué es ficción y qué es jirón del alma.

Emocionada por mi descubrimiento, quise saber más de ti e indagué en “El cuarto de atrás”. Ése que guarda los recuerdos enredados con las hebras de colores que se desenrollan de los carretes en la caja de los hilos, y se mezclan con los sueños, las frustraciones, las ambiciones, los fracasos y los logros justo allí, en la leve línea que separa el sueño de la vigilia, la realidad de la ficción, al lado de los libros leídos o por leer, escritos o por escribir.


Y al final, ¡cómo te envidio! 40 años de escribir públicamente, de hacer lo que querías. De ser reconocida, de verte premiada. De vivir de lo que te gustaba. Pagaste el precio de la soledad, que al fin y al cabo debió de parecerte casi nada. Y que, si puedes ver desde allí como va esto, es cada vez más generalizada. Y que, cuando hay más gente en el mismo sitio, yo la llamo “Soledad vigilada”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.