MANUEL ÁNGEL ORTIZ MARTÍNEZ

ESPERANZA

Era un amanecer, cuando el Sol bañaba las sagradas aguas del Ganges, que Tagore habló con estas palabra.

La esperanza es el sentimiento que produce en el corazón humano el deseo de conseguir su sueño.

Dios es el origen de todas las cosas. Es energía infinita. El hombre, ser imperfecto, cargado hasta la saciedad de sentimientos negativos, deambula por su existencia anhelando la perfección. Sin embargo, no trabaja para conseguirla, ni siquiera se plantea ser feliz. Pasamos por este mundo lamentándonos de nuestras desdichas, sin valorar nuestros logros. ¡Ay si fuésemos ecuánimes con nosotros mismos! Se nos ha dado el don de la vida y no lo valoramos. El daño es la consecuencia de satisfacer nuestras vanidades.

Tagore seguía reflexionando mientras el Sol calentaba tenuemente ambas orillas del río. Se respiraba un aire con cierto olor a esencia de perfume. Algunos niños empezaban a despertar de sus camas, camastros que no eran más que las tablas de madera apoyadas en el suelo de unas viejas barcazas que flotaban en las caudalosas y mansas aguas del río sagrado.

¡Qué hermoso es ver la carita de un niño cuando sueña, cuando ríe y cuando juega! El alma infantil es la pureza hecha perfección. Aprendamos de los niños y nuestra vida será el edén. Porque donde se funde el mar con el cielo, donde la vida y la muerte sellan un pacto, donde los buenos deseos se confunden con la utopía, está un niño.

Y como los sentimientos no dependen de las clases sociales o castas, Tagore lloró. Lloró pese a que su humildad le hacía fuerte, sus logros le enorgullecen y sus llantos, que eran sus deseos no colmados, le apenaban.

Lloro por vosotros, hijos míos. Lloro también por ti, amada mía. Y lloro por mí. Pero no os preocupéis. Mi destino está escrito y sólo es cuestión de tiempo que llegue el momento de reunirnos. Por eso sigo creyendo en la esperanza.

Madrid, 19-10-10
MANUEL ÁNGEL

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